dijous, 30 d’abril del 2015

Sabiduría

Más Allá del Conocimiento y la Sabiduría

Gregg Bradenwww.greggbraden.com  

En cualquier comparación, el siglo veinte fue un paseo de locura para la gente de la Tierra. Entre el 1900 y el 2000 fuimos de un mundo de 1,6 billones a 6 billones, sobrevivimos a dos guerras mundiales, nos escabullimos a lo largo de 44 años de Guerra Fría y unas 70,00 ojivas nucleares listas a explotar, descorrimos el cerrojo del código de vida del ADN, caminamos por la luna y finalmente hicimos que las computadoras que llevaron a los primeros humanos al espacio parecieran juguetes infantiles. Fueron 100 años del más acelerado crecimiento poblacional y el mayor desafío para nuestra extinción en 5.000 años de historia registrada.  
        
Muchos historiadores consideran el siglo veinte como la era del conocimiento y es fácil ver por qué. Conjuntamente con los descubrimientos científicos respecto a la naturaleza y la vida, también hicimos grandes descubrimientos respecto a nuestro pasado. A mediados de siglo se descubrieron los registros escritos que abordaban los conceptos básicos de las tres religiones mundiales principales. Se formularon nuevas interpretaciones respecto a artefactos aún más antiguos en lugares como Egipto, Sumeria y la Península de Yucatán en México.  Claramente el último siglo tuvo que ver con la recuperación del conocimiento de nuestro pasado. Y aunque indiscutiblemente continuemos haciendo nuevos descubrimientos que arrojen luz adicional sobre nuestra historia, también queda claro que en este nuevo siglo, nos encontramos de nuevo viviendo en un mundo muy diferente al conocido por nuestros padres y abuelos.

El siglo 21 será reconocido como el siglo de la sabiduría, como un tiempo en el que estaremos obligados a aplicar lo que hemos aprendido para poder sobrevivir en el mundo que hemos creado. Para hacerlo, tendremos que abordar nuestros problemas de manera muy diferente al pasado. Se nos desafiará a recurrir a todo lo que conocemos para utilizarlo en formas nuevas, creativas e innovadoras. Pero para hacerlo se necesitará otro tipo de información de la que pocas veces se habla en los libros de ciencia sobre teorías, pruebas y hechos. Tendremos que atemperar los hechos del conocimiento científico – los datos de los reportes y los resultados de modelos, gráficos y predicciones generados por computadoras – con la misma habilidad que nos aparta de otras formas de vida. Tendremos que utilizar lo qué las generaciones pasadas han denominado ‘sentido común’. El término sentido común, sin embargo, puede que no sea tan ordinario como parece. En su lugar, es el tipo de pensamiento que viene de un proceso sistemático y organizado, uno donde consideramos el conocimiento proveniente de muchas fuentes de información, mezclado todo de conjunto y sopesado cuidadosamente antes de hacer nuestras elecciones. Y cuando parece que estamos en la cerca respecto a la decisión final, es entonces que añadimos el factor intangible del sentido común, basado generalmente en lo que llamamos ‘instinto’ o ‘una sensación en las tripas’.    

Es algo bueno que hacemos, porque hay veces en el pasado reciente ¡cuando es precisamente esa cualidad indefinida de la toma de decisiones humana que puede haber salvado al mundo del desastre! Un evento en el clímax de la Guerra Fría es un ejemplo hermoso del poder del sentido común. El 26 de septiembre de 1983, Stanislav Petrov, un militar soviético de alta graduación, estaba al mando de un sistema de alerta temprana que estaba diseñado para detectar señales de ataque americano. Las tensiones ya estaban en un punto máximo después de la intercepción y derribo soviético de un jumbo jet civil y la pérdida de todos sus 269 pasajeros, incluyendo al congresista norteamericano Lawrence McDonald a principios de ese mes. Después de los 30 minutos de la medianoche, en el momento en el que Petrov y su equipo esperaban que no ocurriera lo que de hecho ocurrió, esto ocurrió. Relampaguearon las luces de alarma, sonaron las sirenas y las pantallas de las computadoras en el salón en el piso superior del Sistema Soviético de Alerta Temprana de Misiles Balíticos (BMEWS) mostró cinco misiles nucleares que venían desde los Estados Unidos dirigidos directamente hacia la Unión Soviética. En cuestión de segundos, Petrov tenía que tomar la decisión que él temía – devolver el fuego, o no – sabiendo que en ese momento, el comienzo potencial de la Tercera Guerra Mundial y el destino de la humanidad, estaban en sus manos.   
     
El y los hombres bajo su mando eran militares profesionales. Ellos se habían entrenado para ese momento precisamente. Sus instrucciones eran claras. En caso de ataque, él debía presionar el botón de inicio en su consola para lanzar un contraataque contra los Estados Unidos. Una vez hecho eso, él sabía que el pondría en movimiento un sistema a prueba de fallos diseñado para una guerra total. Una vez presionado el botón la secuencia no se podía detener. Estaba diseñada para operar de ese momento en adelante sin intervención humana. “La computadora principal no me preguntaría que hacer” dijo Petrov más tarde. “Estaba especialmente diseñada de forma que una vez que se apretara el botón nadie podía afectar las operaciones del sistema.
Para Petrov, sus operadores y el equipo, la emergencia parecía real. Todos los datos coincidían. El sistema parecía estar trabajando, y en cuanto a los detectores del radar, Rusia estaba bajo el ataque nuclear que iniciaría la tercera guerra mundial. Pero Petrov vaciló. Algo no le parecía bien. Con solamente cinco misiles detectados, no era un ataque ‘general’ de los Estados Unidos y esa era la parte que no tenía sentido. No parecía el escenario considerado por la inteligencia militar.  
Petrov tenía que actuar inmediatamente, pero antes de hacerlo, tenía que estar claro respecto a lo que estaba sucediendo. ¿Sentía él que verdaderamente la Unión Soviética estaba bajo un ataque nuclear de los Estados Unidos o era otra cosa? En menos de un minuto él tomó la decisión. Petrov reportó la alarma a sus superiores y a las otras postas, pero lo declaró como una lectura ‘falsa’. Y entonces él esperó. Si estaba equivocado, los misiles entrantes impactarían los objetivos rusos en 15 minutos. Después de lo que debe haberle parecido un cuarto de hora muy largo, él – y sin duda muchos más en las postas a lo largo de la antigua Unión Soviética – respiraron con alivio. No había sucedido nada: la compleja red de satélites y computadoras habían emitido una falsa alarma. Una investigación posterior confirmó que las lecturas se debieron a una ‘falla imprevista’ en el radar.   
La razón por la que comparto esta historia es por lo que ella ilustra. Aun cuando toda la tecnología sofisticada le decía a Petrov que Rusia estaba bajo ataque, aun cuando estaban en el punto más crítico de las tensiones de la Guerra Fría en 1983, y aun con todo su condicionamiento como un militar entrenado para seguir órdenes, protocolos y procedimientos, Stanislav Petrov atemperó todo lo que él conocía con la experiencia intangible del sentido común y una sensación en sus tripas – una experiencia que no se puede enseñar en un aula o para la cual no se puede tomar una píldora. En este caso, el sentido común de un hombre es la razón por la cual la Tercera Guerra Mundial no comenzó en septiembre de 1983.

Veinte años más tarde, en el año 2004, Petrov obtuvo el reconocimiento como el ‘hombre que salvó al mundo’ y fue honrado por su coraje para confiar en sus instintos por la Asociación de Ciudadanos del Mundo. Aunque afortunadamente a ninguno de nosotros se les pedirá asumir la elección que le correspondió a Petrov en 1983, no dudo que el sentido común siempre jugará un papel clave en la evaluación del conocimiento que la ciencia pone en nuestras manos. Será nuestro uso habilidoso de ese conocimiento, atemperado con una porción generosa de sentido común, el que tienda un puente que cubra la brecha entre la ciencia y su aplicación….la era del conocimiento y la era de la sabiduría. Y no tiene que ocurrir de una gran forma global.    


Extractado de Deep Truth páginas 37-40 por Gregg Braden. Copyright © 2011 (Hay House)  
Traducción: Fara González - Difusión: Manantial del Caduceo en la Era del Ahora - http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm

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