Sanando 
Nuestras Heridas más Profundas 
por 
Sarah Varcas
12 
de Mayo 2014
A medida que nos 
acercamos a la luna llena de Escorpio del miércoles y nos distanciamos de la 
reciente oposición de Saturno con el Sol, podemos utilizar mejor este tiempo 
para considerar si vamos por la vida rozando la superficie, para evitar la 
aparente oscuridad de las profundidades que preferiríamos no estuvieran allí. 
Esto no es un ejercicio miserable o algún tipo de masoquismo mórbido sino un 
suave toque persuasivo de nuestra atención hacia los lugares en los que ella 
naturalmente no se detiene, pues al hacerlo ampliamos los límites de nuestro 
campo de la aceptación y suavizamos un poco más la rigidez que el ego demanda 
para permanecer seguro y en control. 
Piensa en ello como 
atender una herida dolorosa. No la golpeamos con una maza para que mejore. La 
lavamos con relajante agua tibia. Quizás le aplicamos hierbas o cremas para 
aliviar el dolor y promover la cicatrización. La cubrimos con cuidado para 
protegerla del mundo exterior hasta que esté en mejores condiciones de hacer 
frente a sus desafíos de nuevo. Si la herida es profunda, limpiarla puede 
dolernos más de lo que quisiéramos. Podemos tirar del miembro lesionado, para 
saber que aún tenemos que dejarlo en tratamiento para que se cure. Con el 
tiempo, mirando hacia atrás, recordamos la lesión y el dolor, pero vemos ahora 
la piel renovada y una herida cicatrizada. Agradecidos de que la madre 
naturaleza lo haya hecho a su modo, y de estar completos de nuevo. 
Esta es la totalidad 
hacia la que la naturaleza nos apunta en todo momento. La fuerza vital de la 
vida que energiza cada una de nuestras células, busca equilibrio y sanación en 
cada momento. Si hacemos nuestra parte, la madre naturaleza hace la suya, 
multiplicada. Pero si nos negamos a participar, la apartamos, negamos o 
ignoramos, no puede cumplir con su misión de curar sino que se hace a un lado, 
tratando de mantenernos en equilibrio mientras jugamos el juego nosotros mismos. 
Y, dado que somos una parte tan importante de nuestra Madre ya que somos sus 
hijos, permanecemos fragmentados y drenados en lugar de energizados e 
íntegros.
Una Luna Llena en 
Escorpio hace brillar su luz en los lugares más oscuros, animándonos a echar una 
mirada dentro, y ver lo que hay allí, aunque sólo sea por un momento. Así a 
medida que nos acercamos a la próxima Luna Llena podemos invitarla, en lugar de 
temer su llegada, preparar un lugar en la mesa y planificar que se quede un 
tiempo. Al hacerlo le estamos ofreciendo la herida que hemos estado tratando de 
evitar tratar, pidiéndole un bálsamo curativo para aplicarle. Si la herida es 
profunda puede doler en la fase de limpieza. No puedo negar eso. Pero esto es el 
dolor del progreso, de la consciencia incrementándose, del crecimiento de la 
sabiduría. Es el dolor que dice que algo está sucediendo que te llevará a la 
“completitud” al debido momento. Es un dolor diferente del que dice "Ve 
demasiado profundo aquí y nunca retornarás”: el dolor del miedo, el de la 
negación, el de vivir una vida a medias por desterrar gran parte a las 
sombras.
Así como el poder de 
lo colectivo se incrementa obviamente, a medida que viajamos en la Era de 
Acuario, también lo hace el poder de la inconsciencia colectiva, al que 
contribuimos cuando negamos nuestras propias heridas y rechazamos abrazar 
nuestra propia oscuridad. Siempre tenemos una opción, por supuesto, mientras nos 
alineamos con ella, pero si vamos a llevar a la emergente era astrológica a un 
resultado más positivo, debemos elegir ser conscientes todo el camino y exponer 
nuestras heridas, rodeándolas con amor, para que el curativo poder del Universo 
haga lo que hace mejor. 
Les deseo a todos una 
semana apacible y curativa. 
Sarah 
Varcas  -  
Traducción: Liliana Zerbino (Tahíta)  -  http://comunidadconsciencia.ning.com
 
 
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