Eclipse de Sol y Luna Nueva. 8 y 9
de Marzo
por Héctor Santos Ramallo
por Héctor Santos Ramallo
Una
enorme Luna Nueva se interpondrá entre el Sol y la Tierra, a esto es lo que se
llama un Eclipse de Sol.
¿De qué
hablamos cuando decimos que estamos “eclipsados” por un hecho, un
acontecimiento, una persona o una situación? Generalmente lo decimos cuando nos
sentimos fascinados, enfocados, obnubilados, como hipnotizados por “algo”, y
ese “algo” parece que nos roba la atención de todos nuestros sentidos, hace que
toda nuestra percepción normal, nuestra conciencia o nuestro enfoque no pudiera
escapar o salirse de un punto fijo, y de eso se trata un Eclipse. Cuando
estamos “eclipsados”, pareciera que caemos como en un misterioso encantamiento,
y así estaremos, en este Eclipse Solar de Luna Nueva nada menos que en el signo
de Piscis, el signo de los sueños, del gran Inconsciente Colectivo, de nuestro
inconsciente, subconsciente, de nuestra noción de pertenecer a un gran Todo,
pero principalmente, de nuestras más profundas emociones y nuestras más
elevadas verdades, y creo que aquí está el punto crucial, a lo que estas
energías del universo nos invitan a mirar desde este hecho astronómico y
astrológicamente fascinante.
El Sol,
que como símbolo es la Luz de la Vida, de los potenciales, de lo
arquetípicamente Masculino, de la fuerza esencial del Corazón, de nuestra
manifestación, de nuestro Ser y nuestro centro (nuestro corazón, 4° Chakra,
Anahata), no nos estará iluminando directamente a nosotros, sino que toda esa fuerza
lumínica estará enfocando directamente hacia “el lado oscuro de la Luna”. La
Luna, al ser símbolo de lo Femenino, del inconsciente, de las mágicas
profundidades de la sabiduría femenina, y de nuestras más profundas emociones,
hará que seguramente aquello que ilumine este cargado “simbólicamente” también
de todas aquellas sensaciones reprimidas, tanto las que podrían ser sombrías,
como las que aguardan ser liberadas llenas de talentos, y por supuesto,
aquellas que necesitan ser revisadas, vistas, honradas, liberadas y por qué no,
definitivamente resueltas.
Se dice
que en la antigüedade los Eclipses eran signos o señales de los cielos que
traían malos augurios, y algo de verdad hay en ello, porque cuando el Sol
ilumina (la necesidad de nuestra conciencia) viejos patrones de conducta,
emociones reprimidas, temerarias, sombrías y nos invita a ver todo aquello no
tan presente en nuestra conciencia, sino mas bien en nuestro inconsciente, nos
obliga a un cambio, a corrernos de la “zona de confort” que tan bien nos hacía
sentir este patrón lunar, pero sobre todo, a tomar decisiones, o simplemente,
dejar de mirar para otro lado y hacernos cargo del camino que elegimos en estos
últimos años, (sobre todo esas decisiones que surgieron el año pasado a partir
de los significativos eclipses en los ejes Aries-Libra, en donde los temas de
las relaciones, ya sea con la pareja, socios, amigos o el entorno nos obligaron
a ver nuestros verdaderos sentimientos respecto a todo ello).
Todo
esto nos trajo aquí donde seguramente, e inconscientemente, supimos que fueron
decisiones que hace rato debíamos tomar, son aquellas decisiones que tienen que
ver con nuestras verdades, nuestras sensaciones y nuestros más profundos
sentimientos sobre determinada persona, cosa o situación, y es ésta la
“incomodidad” que ésta configuración nos trae, que nos obliga a enfrentar y
asumir con claridad el resplandor de nuestro verdadero ser. Esta incomodidad no
es más que la confirmación de que hay decisiones que tomar, o simplemente un
llamado a reafirmarnos en las decisiones tomadas en el pasado que implican una
nueva y enorme responsabilidad con nosotros mismos en honor a nuestros procesos
y nuestra integridad en concordancia con lo que queremos Ser, al menos para
aquellos que son más conscientes del gran proceso interior que vivimos como
humanidad, en la apertura hacia una nueva visión de una vida más espiritual, o
de más Conciencia.
Este
Eclipse con la Luna Nueva puede entonces sentirse incómodo, como con viejas
sensaciones poco agradables que vuelven, con pequeñas cosas del pasado que
parecían resueltas u olvidadas que aparecen de repente en sueños, en
determinadas situaciones que nos traen remembranzas, o simplemente en esos
pequeños “in side” en el que nos vemos envueltos en esa sensación de “¿otra vez
tengo que pasar por esto?”, pero que sin duda necesitan una revisión o un
reconocimiento nuevo para una liberación definitiva.
La
clave está en observarse, sentirse, permitirnos sumergirnos mansamente a estas
poderosas energías del Eclipse, permitirnos el juego de sentirnos “eclipsados”
por nuestras verdades, que aunque asumirlas requieran valentía, riesgos,
enfrentamientos, enojos, pesadumbres, decisiones difíciles, tristezas, y hasta
enfrentar viejos dolores (que si aún están, no son viejos ni son del pasado,
sino que son aún nuestro presente) y donde todo se puede sentir como estar en
una gran incertidumbre, hay que escuchar el llamado de nuestras sensaciones, de
nuestro corazón, de nuestros sentimienos, de nuestras pasiones y nuestras
verdades, tomamos también así la sabiduría mágica, profunda y atemporal de la
Gran Madre Luna.
Así,
finalmente nos encontraremos con una gran compasión, con una mayor y elevada
percepción de nuestra realidad, con una claridad amplificada y nueva.
Permitámonos con este regalo de las danzas de los astros en el cielo,
sumergirnos en ese “inefable” mundo de sensaciones (Piscis), sabiendo de esta
necesidad, asumiendo nuestra propia sabiduría y la conciencia para poder
entender, analizar y asumir desde una comprensión mayor (Virgo) este regalo que
en definitiva viene de nosotros mismos, de nuestras verdades, de nuestro propio
y brillante Sol interior que quiere brillar aún mas, y de nuestra propia y
mágica Luna, que quiere ser aún mas mágica.
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